sábado, 30 de octubre de 2010

PATENTE PENDIENTE. SIN EMBARGO NO SE MUEVE.

La fiesta es ahí al lado, los curiosos y festivos chicos de la casa madre, Sotano 71, han montado lo de costumbre con menos tiempo que nunca. Para que este blog no quedara sin su correspondiente entrada de aniversario he querido poner unas líneas en píxeles.

Muchas cosas son las que nos ocupan a diario. A veces cometidos y personas se quedan sin la pertinente atención. Sin embargo no renuncio al invento. Subirse al atril, soltar un par de barbaridades que en la página vecina no tienen hueco y volver a bambalinas. Proyectos más grandes también me ocupan, esperemos que recorran su camino y lleguen a buen término. El tiempo y la capacidad de seguir sacando conejos de la chistera se pronunciarán.

Gracias a todos y cada uno de los lectores y seguidores. Es un rinconcito apartado en internet y no quiere ser más que eso. Sin embargo cada visita de un cauce fijo alegra más que cuarenta desviaciones de resultados del señor google.

Es todo. Era para darle las gracias en privado. Continúen atentos a esta puerta imprevisible. Ni siquiera yo puedo decirles qué o quién saldrá en la próxima entrada. Hasta entonces.-

domingo, 24 de octubre de 2010

A BOTE PRONTO.

- ¡Oscuras e insondables profundidades de la psique humana! Maldades encubiertas, temores no pronunciados, tristeza y apatía. Me postro en este monte pelado, a merced de la tiniebla, pues tanto es el miedo que destila el mero vivir que me agarra al suelo como si quisiera plantarme en él.
- Oiga, perdone que le moleste.
- ¿Pero quién me habla? ¿Qué es esta voz que me asalta en pleno parlamento? Pronunciate si tienes algún comunicado.
- Es que le veo así con pinta de Hamlet de vuelta de farra y me da no se qué ahora...
- ¡Dime cruel e indolente voz! Pronunciate acerca de tu cometido o abandóname en esta tierra triste de dolor...
- Me envían los de arriba. Y no me empiece con cosas de destino y dioses que nos conocemos de vista. Los que pagan, ya sabe. Bueno, que se ha suspendido el drama de esta noche.
- ¿A qué pruebas me sometes? ¿Qué mensajes herméticos me envías? ¿Debo ganarme mi destino o la comprensión de tus palabras en sí misma es mi salida?.
- Que nos conocemos Don Anselmo. Sálgase un poquito del personaje.
- A ver, qué puñetas se les ha descuadrado ahora.
- Por lo visto el campeonato de tenis ha terminado tardísimo y se han tenido que saltar la representación de esta tarde.
- ¿Han cancelado la obra? ¡Pelotas, siempre pelotas! Cuando no son a patadas son con raquetas o a manotazos, pero las sempiternas pelotas que no le digo hasta dónde me tienen.
- Me va a contar a mí.
- Dime entonces, despacito, ¿qué diantres me toca?
- Se puede usted ir quitando la capa que toca comedieta. Dicen que para media hora de obra no la ponen y lo van a pasar a la noche a comentar la actualidad en plan humor inteligente. Venga, no me mire así que usted ya lo ha hecho.
- ¿Tú podrías pasar de escarbar el miedo atávico del alma del prójimo en la ominosa tragedia clásica a soltar cuatro comparaciones cachondas?
- ¿Cuándo le aplauden a usted más?
- Con las chorraditas.
- Pues ahí lo tiene. Ande, que me llevo para abajo la capa y le traigo el traje de sport.
- ¿Pero el programa no será en el monte azotado por el viento no?
- Ahora retiran el decorado, hay tiempo, están liado con un programa de recortes de otros programas y luego enchufan las noticias.
- Profesión esta...
- Bueno, voy bajando. Tranquilo, que seguro que está usted estupendo dentro de un rato. Le traeré el guión y un café.
- Doble.
- Hecho. A ver si le consigo un bollo o algo.
- Pero mañana sale la obra, ¿no?
- Salir salir....
- ¡Hombre, no me dirás qué..!
- Se juegan el cuarto y quinto puesto de la liga asiática de fútbol.
- No, si cuando hay una vereda y un inútil se acaba la vereda y el inútil no se entera.
- Ahí ahí, ese es el tono. ¿Ve usted como a bote pronto..?
- En fin, no te olvide de las gafas con las patillas rojas.
- Eso está hecho, don Anselmo.

miércoles, 13 de octubre de 2010

EGO SUM QUI SUM.

Pensar que un triste trofeo de pobre mezcla de cobre y estaño dio lugar a todo esto me da ganas de agarrarlo por el asa, apartarlo de las otras pertenencias en la caja de cartón y arrojarlo por el hueco de la escalera. Pero ahí sigue, con su inscripción en letra inglesa y su ficha de dominó del seis doble con un baño de purpurina.

Fue más cuestión de la nube de anís alrededor de la cabeza del Ignacio que por mi pericia y mi previsión de juego, pero allí estaba yo, colocando la ficha ganadora como si se tratara del clavo dorado en la unión de las vías del ferrocarril en pleno oeste. Tres vueltas al barrio dí, con el trofeo sobresaliendo de una bolsa de la panadería, esperando preguntas e interés por parte de mis vecinos. Y vaya si se acercaron. Me palmearon la espalda, porfiaron sobre la bondad del metal de la copa y se ofrecieron a la reválida en el torneo del próximo año. Al subir a casa me lo encontré, tan a gusto en el sofá, aunque todavía pequeñito. Mi ego.

Refunfuñó cuando le pedí el sitio frente al televisor. Remoloneó pero al fin conseguí apartarlo, no muy lejos, hasta el pie de la lámpara esquinera. Desde allí levantaba los ojos como un perro buscando pienso o despojos de pollo. Buscaba complicidad, una caricia en el lomo. Desde mi experiencia les aconsejo no poner el ego sobre sus rodillas.

Al día siguiente, durante el concurso de sobremesa, el ego a mi lado no me dejó dormir como era costumbre aceptada en aquel trozo de estancia. Me azuzaba, me susurraba al oído venga, que tú te la sabes. Y vaya si acerté. No todas, porque la vida de los monarcas en Prusia siempre ha estado muy atrás en mi lista de intereses, pero comparándolo con el conocimiento medio del ciudadano medio salí bien parado. Y tiró la lámpara. Tampoco era su culpa, el pequeñito alcanzaba ya el brazo del sofá. Y los ojos pedigüeños habían aprendido otra postura: entornados e insidiosos, a la caza de un nuevo reto.

Cinco volúmenes de crucigramas provocaron la crecida en dos palmos. Discutir la teoría política, bien asentada, de unos invitados consiguió dar con la cabeza del ego en la primera balda de las estanterías. Pasaba de un gris manchado a un blanco reluciente, como si hubiera nevado en la cumbre de la figura sólo presente para su dueño. En el fondo, lleno de orgullo, no pude parar. ¿Saben esos libros del círculo de lectores que pasan de padres a hijos, con tipografía grandota y lomos de colores chillones? Cayeron todos. Mi ego ya me tapaba la luz.

Descendido al tercer cojín de mi sofá, viendo la tele sesgada y con los muslos apretados. Lo intuí pero comenzaba a ser tarde. El ministro de turno improvisó unas palabras sobre reformas económicas y se las debatí a media voz. Mi ego sonrió y con las manos, nacidas de una meritoria reflexión sobre la estructura de la novela rusa del diecinueve, pedía más sabiéndome capaz. Rematé la reforma laboral en el salón de casa. Creció como una reacción química desatada, metáfora esta que no hizo más que aumentar el ritmo.

Me encontré en la cocina junto a la panera. Mi casa ya no era mía. En parte sí, pero no podía ocuparla. Si seguía haciéndolo crecer se llevaría por delante el bloque de viviendas. Recogí de manera apresurada algunos tiestos, cacharros, bultos y pertenencias intentando darme con las esquinas en el dedo pequeño del pie. No mermó ni por esas.

Ahora miro el funesto trofeo. Simple, combado, asimétrico y alejado del canon de cualquier estilo arquitectónico. Se estremece. Quizás no se debió a la falta de atención del Ignacio, a lo mejor soy bueno en el parchís. Se tumba. He oído que en el póker se mueve dinero. La caja se desparrama. Caen documentos, baratijas y recuerdos. Vuelve a ser pequeño, pardo y digno de lástima. Dos botones redondos que no saben más que reflejarme.

¿Quién te va a querer a ti, ego mío?

martes, 5 de octubre de 2010

VIVA LA GENS. Estampas absurdas 3.

Observamos la escena. Un coqueto dormitorio simétrico a base de escuadra y transportador de ángulos. Cuadrado a más no poder y con unas láminas enmarcadas que podría encontrar en cualquier otra casa o establecimiento hostelero sin desmerecer. Un descalzador a la derecha, un roperito liviano a la izquierda, unos angelitos de escayola y unas alfombras peludas, de esas que parecen de jiba de camello, sólo a la venta en establecimientos de tapicerías añejas.
Completan la escena una mujer y un señor, recatados entre las sábanas y procurando no tocarse mucho, no vaya a ser que por manos del diablo les de un apretón sensual y tengamos que correr el telón.

Lo olvidaba. Los nombres a discrección, así cada uno lo bautiza como unos vecinos y se siente más identificado.

-¿No te he contado?
-Sí, me lo has dicho.
-Pero no te acuerdas.
-Pues no me lo habrás dicho entonces.
-La Olivina, la hija pequeña de los Madejos.
-No sé quién es.
-Hijo, una así alta, que siempre va a dos pasos por detrás del marido cuando van por la acera del colegio. La que estuvo hablando muchísimo tiempo con el mayor del Damián, que tenía los escalones del portal gastados de tanto esperarlo.
-Ah, ya sé quién es.
-No te acuerdas.
-Pues no, no caigo, pero cuéntame lo que sea.
-Yo te diré quién es si nos la cruzamos. Pues resulta que el primero que tuvo con el que está casada ahora...
-¿El primer qué?
-Pues el primer niño, va a ser el primer televisor.
-¡Y yo que sé!
-No levantes la voz, que están acostados.
-¿Quiénes?
-¿Te quieres quitar los cascos, dejar la radio y atenderme?
-A veeer.
-Tuvo un niño, pero todavía no se había casado con el marido de ahora. Estuvieron un tiempo en el pueblo y lo trajeron, primero era un sobrino, pero ¿cómo iban a dejar a un niño tan pequeño para llevárselo?¿en qué cabeza cabe?Resulta que luego, cuando todo el mundo lo sabía, ya daba igual y dijeron que sí, que era suyo. Un niño así pelirojo, que no tengo yo nada contra los pelirojos, un poquito malencarado, que siempre iba correteando dando zapatazos. ¡Si tú me lo comentaste un día, que dijiste con estas palabras “tanto correr el niño, que no se entretiene con nada”!

El señor muestra un evidente cruce de líneas entre el árbol genealógico de los extraños y el resultado del partido de liga del extremadura, un locutor susurra en su oído, premiando la desobediencia ante la petición de la mujer.

-Ya.
-No caes.
-Es igual, que sí, que me suena.Ya me acordaré.
-Bueno, pues resulta que después de todo, no era de este. Que era del Damián.
-Pero qué desvergüenza, qué desfachatez, ¿dónde nos lleva este malentendido sistema de libertades?
-Más o menos lo que dijo Luisa en la carnicería.
-No, es que sabes que estas cosas se me llevan los demonios. Es que esta gente nueva actúa sin mirar para adelante. Con los bueyes por detrás de la carreta. Y sin pensar en consecuencias. Ya está, sin pensar, para qué.
-Ahora no se sabe si el niño es sobrino, si es de uno, si es de otro.
-¡Con razón corría! No es de extrañar, ¡yo también correría todo el día si mi familia estuviese tan desestructurada! ¿Esa es la base ética y moral que estamos dejando a las personas del mañana?
-Tienes maneras de ministro.
-Bueno, que si yo pudiera, si me dejaran, en un tris arreglaba esto.
-Oye, lo que me comentabas antes, eso que me tenías que contar.
-¿El qué?
-No empecemos, me has dicho no se qué de los tipos impositivos.
-Ah...no caigo.
-Sí hombre, que lo has dicho como molesto.
-Como no sea la subida interanual del diferencial de los créditos.
-Sí, eso me parece que me has dicho.
-Lo estaban diciendo en la tele antes de acostarnos.
-¿Y con eso sube la hipoteca?
-¿Y con qué no sube?
-Claro, yo es que pregunto, como de esas cosas no me entero...
-Ya mujer, cualquiera entiende...un par de carreras hacen falta. Encima, como está todo...
-Cuesta arriba.
-Ya ves.

Silencio denso, de poder comerlo a cucharadas.

-Pero la Olivina...menudo elemento.
-¡Y se la ve así tan callada, que engaña, se cree uno que va a ser de esas de no hacer nada y al final mira tú si hace y sabe hacerlo! Porque no me vengan con que no sabía como se hacía y qué iba a pasar, que a estas alturas con la información que hay...demasiada.
-Pero del diferencial del crédito...
-Ya preguntaré en el bar.

La señora entorna una revista de prensa del páncreas que ha estado ojeando y yo como dramaturgo de chichinabo he olvidado mencionar.

-Mi marido estará al llegar.
-Pues será cuestión de ir subiendo a casa.
-Llévate un cartón de leche de la nevera para el desayuno.

Aparece en escena un señor encorbatado.
-Tienen a su disposición unas neveras de bajo consumo en la planta tercera, junto a los maceteros.
-¿Cree que es lo más lógico reunir en ese pequeño espacio dos mercancías tan distintas teniendo como tienen una gran superficie comercial, que el mismo nombre ya da pistas?
-Quizás tenga razón.
-¿En lo de las mercancías?
-¡En todo señora, en todo!

Doble tirabuzón y telón. Los personajes saludan cogidos de la mano, menos el marido, que al ser un ente sobre el que sobrevuela toda la trama pero de manera sobreentendida no saluda ni cobra. Ni tiene frase, que eso es lo que peor le viene a un personaje inexistente.