viernes, 12 de septiembre de 2008

A TU PUERTA VENDRÁN.

Plano interior día. Rellano de edificio cualquiera. Podía ser el suyo.

Cristino, comercial en ciernes, intenta su primera venta de la semana ( estamos ya a viernes)

Euduviges, señora de su casa, abre la puerta ante la llamada del mozo, confundiéndolo a través de la mirilla con un antiguo novio que hacía la mili en Ceuta ( quitando importancia a los treinta años transcurridos )

-Buenos días señora.
-Ay, no es usted.
-¿Perdone?
-Nada nada, ¿qué quería?
-Buenos días, vengo de Chas Comunicaciones, ¿nos conoce?
-A usted no. Al otro tampoco.
-Le explico, somos una compañía de telefonía nueva, mucho mejor que los otros, y no es porque esté yo delante.
-Uy, yo telefonía...
-Es muy facilito señora, ¿podría pasar a robarle cinco minutos?
-No, tengo muy pocos. Además, es un piso grande con mucho mueble y no cabríamos los dos.
-No se preocupe, se lo explico aquí mismo.
-Le advierto que en mi casa quien se encarga de estas cosas es mi perro.
-¿Y no está?
-A saber...
-Yo se lo explico muy clarito. ¿Tiene usted teléfono móvil?
-Sí, lo justo para levantarlo, para limpiar el polvo por debajo.
-Tengo yo unas ofertas grandísimas.
-¿De detergente?
-No mujer, je je, de móviles.
-Ahm, ya le digo que quien se encarga de eso...
-A ver señora, ¿llama usted a menudo?
-Bueno sí, bastante.
-¿A quién llama?, si me permite la pregunta.
-A mi yo interior, me gusta hablar conmigo misma mientras veo la telenovela.
-¡Pero eso es estupendo para la salud señora!
-Eso dice mi hija, sí.
-Pues no se lo va a creer.
-Soy bastante incrédula.
-Durante dos minutos tengo una oferta de llamadas a su yo interior por la mitad de precio.
-¿Y cómo es eso?
-Verá, otras compañías le permiten hablar con su yo interior, pero para ello desvían la llamada a centralita, luego pasa por Albacete y Ponferrada y vuelve por aquí, por un cable finito que le instalarían hace tiempo, y ya habla consigo misma.
-No sé, quien se encarga...
-Pero nosotros lo hacemos mucho más simple. Usamos la tecnología satélite, y se ahorra usted pasos..¡y dinero!
-Por salétite, ¡qué adelantos!
-Como lo huele señora.
-Y dígame joven, ¿cómo sale de precio?
-Tirado.
-¿Tirado?
-Prácticamente tirado.
-¿Prácticamente tirado?
-Dos céntimos de micra más barato que otras compañías.
-No sé, no sé...yo hablo mucho conmigo misma...¿me compensará?
-Claro que sí señora.
-Es que no sé yo, ya le digo que quien se encarga...
-Pues se le agotan los dos minutos que dura esta oferta, ya me dirá que hacemos.

Entra en escena un coro de mariachis rubios, vestidos con trajes bermellón y pegatinas de propaganda de la compañía Chas Comunicaciones. Entonan una ranchera muy sentida sobre la bondad del producto, que hace que Euduviges baile al compás remangándose con pudor el delantal.

-Señora, ya ha oido usted a los mariachis.
-Si hijo, me ha recordado a mis tiempo de tuno.
-¿Qué me dice?, ¿contratamos?
-¡Venga!, y aunque sea un timo, con eso me entretengo metiéndome con usted y su empresa por las tardes.
-Claro, el contrato se lo permite.
-¿Dónde firmo?
-Eso es lo mejor, que no hace falta. Ya está usted dada de alta. Ya firmo yo de memoria cuando llegue a la oficina.
-¡Qué adelantos!

Eudiviges cierra la puerta. Mariachis y comercial bajan los escalones de dos en dos. Euduviges, de espaldas a la puerta intenta llamarse a sí misma, para probar la cobertura.

Se abre de nuevo la puerta. Se asoma al hueco de las escaleras.

-¡Oigaaaa, que me estoy llamando y comunicoooo!¡oigaaaa!

Los mariachis salen por la puerta del edificio con el comercial a hombros.

Fundido a negro

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