viernes, 24 de julio de 2009

LLAMADAS PERSONALES.

Se le notó en la cara. Tras abrir el sobre con la factura del teléfono del último mes, la cara del jefe de recursos fue pasando por las tonalidades propias del humano en modo furibundo. Tanto es así que en algún momento su cara estuvo a juego con el logotipo de la compañía expendedora del recibo, azul violáceo.

La cadena de mando se puso en marcha. El jefe de recursos se comunicó con el administrador, que a su vez se puso a los pies del director de sucursal, tardando este lo mínimo en atravesar dos metros de pasillo para ponerlo en conocimiento del director de zona, coincidiendo este con el mismo humano jefe de recursos. Puede parecer una estupidez este vaivén, de hecho es una solemne tontería, pero el primer comunicador se aseguró de esta manera de que el recado llegó a su destino sin demasiadas interferencias.

Puesto al tanto del asunto por segunda vez en cinco minutos, Don Dionisio bajó a galeras. Allí sus atareados empleados sacudían espasmódicamente los brazos en sus puestos. Los más ociosos se confundían entre sus compañeros a base de imitaciones chuscas y miraditas a monitores con salvapantallas. Don Dionisio hizo ademán de arremangarse. Al notar el contacto con la piel se percató de la escasa longitud de sus mangas cortas. Dio por hecho el primer paso del asunto.

Desde la barandilla del primer piso, y con la imagen del Almirante Grant en la cabeza ( era un personaje de telefilme, pero Don Dionisio en su ofuscación confundía al penoso actor que chapurreaba sus líneas de guión por otro aún más lánguido si cabe ) miró a su tripulación contable. Asustando a más de uno con caída de bote de lápices incluida, bramó:

-¡Atención!, tras la llegada de la abultada factura telefónica, a partir de ahora y sine die quedan prohibidas las llamadas personales. ¿Queda claro?
-Disculpe señor...-era Martinete el que, haciendo gala de su valentía o falta de luces, se atrevía a responder a la pregunta retórica – verá, sabe usted del embarazo de mi mujer...con fechas próximas...y...
-Nada, haber visto el fútbol aquella noche como todo quisque. ¡He dicho!

Martinete, punto de fuga de todas las miradas, intentó esconderse entre los pliegues de piel sintética de su silla de oficina. Se encontraba en un brete, una encrucijada, entre la espada y la pared, entre su jefe y su señora. Todo ello a la vez. Ubicuidad lo llamarían unos.

Una jodienda en opinión del pobre Martinete.

Haciendo oposiciones a la gruesa cola del Inem, levantó el teléfono para asombro de algunos que aún lo tenían en su campo de visión tras el atrevimiento. Martinete sabía que si pasaban las siete y no había llamado a su Agustina podía esperar dos cosas: bronca segura y cena fría. Ambas simultáneamente.

Mientras marcaba con disimulo, echó cuentas: veo más horas al día a mi mujer que a mi jefe. A su vez, duermo con la primera, gracias al cielo. No hay duda, hay que arriesgarse muchacho.
Ya era tarde. El primer tono ya había sonado. Le siguió diligente el segundo y el “click” de la separación del auricular y la base. De fondo unas alegres tonadillas y el campanario de su calle dando las siete menos algo.

-¿Diga?
-¿Señora Agustina?
-¿Eres tú?
-En efecto señora, soy yo, y a su vez no lo soy. Pero vayamos al grano.
-¡Hay cariño que raro estás!
-El señor Martinete desea preguntarle si se encuentra usted bien de lo que usted ya sabe.
-Cada día estás más tonto.
-Señora...
-¡Mira que como estés en el bar!
-Señora Agustina, el señor Martinete desearía que respondiera a la pregunta.
-Ainss...síiii, los tobillos inflados como siempre, pero bien.
-El señor Martinete dice que se alegra.
-Dígale al señor Martinete que está rarito de narices.
-Le dejaré una nota. Buenas tardes señora.
-Sí...hasta luego.¡No te entretengas!

Martinete cada vez se había recogido más en sí mismo durante la conversación. Tal es así que desde el pasillo sólo se veía parte de su lomo encamisado tras la mesa. El ángulo de visión lo traicionó: tras colgar fue aumentando el ángulo de elevación de su cabeza con respecto al nivel del mar, recorriendo cada uno de los botones de la camisa de Don Dionisio, con las cejas en ángulo de cuarenta y cinco grados en pleno cabreo.

-¡Martinete!, ¿es usted tonto?
-Un poco Don Dionisio.
-¿Qué les acabo de decir? –señaló a sus espaldas, donde se suponía debía estar una plantilla que encontró de repente algo que hacer a cincuenta metros de allí.
-¿Ha oido mi conversación?
-Enterita.
-Ajam...usted dijo nada de llamadas personales...y yo no he llamado de mi parte.
-Ehmn – Don Dionisio hizó rodar sus ojos de izquierda a derecha a causa de la perplejidad.
-¿Cómo no había de hacerle caso a usted y a sus peticiones?
-No...ya, eso me parecía.
-Yo a su servicio, Don Dionisio.
-Eso...así me gusta...siga...siga trabajando.

El comandante de la nave miró hacia atrás en mitad del pasillo unos segundos. Había una pieza en el puzle desubicada, pero debía estar sentado sobre ella porque no se aclaraba. Don Dionisio se puso en movimiento de nuevo, para alivio de Martinete, y subió las escaleras hacia su despacho moviendo levemente la cabeza y discutiendo consigo mismo.

El empleado quedó exhausto tras el ejercicio de sagacidad y no dio pie con bola el resto de jornada laboral.

Tampoco tenía por costumbre trabajar mucho a última hora de la tarde.

4 comentarios:

noveldaytantos dijo...

Si Martinete aún continúa en su puesto de trabajo es un héroe, merece una estatua en el centro de su pueblo.
Aunque, seamos realistas, si tengo que decidir entre obedecer a mi jefe o a mi señora la cosa está clara: a ninguno de los dos.
Y además tengo la impresión que el hijo no es de Martinete.

Mr.Incógnito dijo...

Sería preferible que su efigie figurara en el centro de trabajo, si un día se encuentra sin empuje para ir al trabajo, siempre puede colocar en su puesto el busto. Ya se ha mencionado que su productividad no es mucha.

Su aclaración sobre la paternidad hace sospechar que está usted bastante implicado en el asunto.

noveldaytantos dijo...

Ya tiene oficialmente un nuevo seguidor. Por cierto, le hemos incluido en nuestro blog en nuestra particular lista Top 10 Blogs del mes de agosto, lista que actualizamos cada mes. Un saludo.

Mr.Incógnito dijo...

Le reitero el agradecimiento vertido en su página en estos comentarios. En parte porque soy así de agradecido, en parte porque contestar comentarios rellena muchísimo.