viernes, 10 de julio de 2009

SALIENDO DEL BAÑO A MANO IZQUIERDA.

En mitad del pasillo. A mano izquierda recién sale usted de mi baño, con los problemas que ello acarrea. Allí plantado, de improvisto, con nocturnidad, alevosía, malas intenciones y gracias a la llave proporcionada por el portero, absorto en sus inexistentes asuntos.

El Ministerio de Obras Públicas me había colocado un semáforo en casa. En perpetuo intermitente para más inri.

La sorpresa fue mayúscula. Y en letra de esas floreadas de principio de párrafo de diario de sacerdote de edad mediana. Llamé a la vecina para que me pellizcara, acción realizada con gusto para la parte agresora, con la que mantenía ciertas rencillas familiares desde la época en la que Napoleón se afeitó por vez primera.

Con la intermitencia ámbar no me atreví a usar el teléfono-góndola de mi despachito ( por bautizar cariñosamente al cuchitril de doblar el lomo y hacer como el que trabajo ). Raudo acudí al viejo aparato telefónico del saloncito ( otro con demasiado renombre en casa ), para ponerme en comunicación con las autoridades. En sábado por la tarde.

Mísero de mí, Oh infelice.

El MOPU me mandó a preguntar a la DGT, en el que una señorita con voz de tenor capuchino me administró via oral el número de Subexcavaciones y Contratas MartínPeláez S.A, que escurrieron el bulto en el segundo tres del partido. Al habla con la DGT de nuevo un señor de tono meloso me dijo que el poco podía hacer, dada la hora, pues el final de su turno se acercaba y si me atendía demasiado, claro, podía llegar dos segundos tarde al parking y encontrarlo más oscuro, y eso no podía ser. Como tenía parte de razón, sólo le dí recuerdos furibundos para la mitad de su familia. Una vez colgado el teléfono, eso sí.

Suelo insultar sin que el insultado lo note. Ahorro de improperios le llaman unos, otros con mucho mejor criterio me llaman cobarde gallina capitán de las sardinas.

Una teleoperadora del MOPU, al fin, me ofreció su ayuda. Creí entender que estaba en plena conversión religiosa a monje franciscano, y de ahí su amabilidad. Dijo tener en la habitación de al lado a dos operarios que, en cuanto echaran mano de las herramientas, se presentarían en casa a remendar el error.

No tardaron demasiado: dos años en este tipo de cosas es un plazo de lo más normal. El semáforo, he de decirlo, ya formaba parte de nuestra familia. Lo adornábamos en navidad, lo vestíamos de nuevo el día del Señor y le concertamos cierta vez una cita con una descodificadora de tdt bastante atractiva ( incluso tuve problemas con mi santísima señora al mirar demasiado las conexiones de la susodicha ). Con los operarios en mono de tarea y en pleno resoplo de “menuda chapuza le han hecho a usted aquí”, sentí añoranza futura por la señalización de tráfico.

Fue un quinquenio largo hasta lograr revocar la orden de retirar el semáforo. Aún me brotan las lágrimas cuando el juez nos concedió su custodia. Es ahora, años después, cuando últimamos los trámites para que nos lo pongan en verde un par de horitas por la mañana y tres cuartos de hora por las noches, lo justo para meterse en la cama sin atentar a la moral y a la decencia.

Según nuestro abogado con patillas de hacha, eso está prácticamente conseguido. Y todo el mundo está chalado. Pero eso son cosas suyas que no vienen al caso.

5 comentarios:

noveldaytantos dijo...

Sr. Mr Incógnito: Acabó de descubrir su blog y debo decir que me he disfrutado bastante con sus relatos. Que sepa que volveré por aquí, así que ni se le ocurra irse de vacaciones ni nada de eso.

Saludos cordiales de Noveldaytantos

Mr.Incógnito dijo...

Llevamos al pie del cañón en esta tribuna de opinión y prosa desafortunada desde su creación. Aquí y en la casa hermana, sótano 71, la palabra vacaciones está borrada del diccionario.

Sini dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Sini dijo...

Sí, claro. Y seguro que hacen como media España y la sustituyen por la palabra "becario", que ya nos conocemos Mr. Incógnito.
¡Que se pilla antes a un reportero de lo absurdo que a un cojo!

Sini

Mr.Incógnito dijo...

Caballero, disculpe la tardanza en responder sus inquietudes.

Tengo a bien no recompensar los servicios de los que dicen trabajar para mí. Todos son becarios. Y si bien es cierto que las altas esferas se toman su descanso, cualquiera es bueno para quedarse un rato al cuidado de los geranios y no abrir la puerta a nadie.

Tampoco esto es la Nasa, oiga.