domingo, 15 de junio de 2008

MI CUÑADO Y SUS TRAPICHEOS.

Creo que nunca se los he comentado, es algo que cuesta meter en una conversación normal. Y ahora que estamos aquí usted y yo es tan buen momento como cualquier otro. Verá, mi cuñado es espía ruso. En realidad nació en Zamora, sin embargo los responsables de reclutamiento nunca vieron en eso un impedimento.

En mi familia es algo normal. A veces le envían en un sobre amarillo lacrado fotografías aéreas de bases de misiles, que insiste en compartir con nosotros.Y miren, es tan soporífero como que alguien te enseñe las diapositivas de sus quince días en el pueblo de su señora. No se lo hacemos saber, el pobre se arriesga a un pelotón de fusilamiento, un consejo de guerra o que no le renueven la plaza de parking por entretenernos un rato, ¿quién le quita la ilusión?

Además, a mi hijo ya le ha regalado un par de trastos de espionaje de estos que ellos ya no usan. A mí me extraña, porque uno venía empaquetado de fábrica y todo, si les digo la verdad, creo que se los trae a escondidas del trabajo. Eso sí, al chaval le hace una ilusión tremenda.

Para mi hermana, su señora para más señas, es como un trabajo de oficina. A veces se queda a hacer horas extras, eso dice. Ella sabe que en ese momento estará en la bañera de espuma de alguna provocativa agente doble con una botella de Don Perignon. Pero está tranquila, sabe que no lo disfruta, que desearía estar con su familia y no con una pelandusca de largas pestaña y revolver en miniatura en la liga de las medias.

Me ha comentado ya un par de veces que me vaya a trabajar con él, que seguro que algo hay. Se empieza por trabajitos pequeños pero puede que después de un tiempo te envíen a sustituir a un alto dignatario al que te pareces muchísimo. O que vayas a volar un puente sobre el que pasará un cargamento ilegal de armas. A mi lo de las explosiones pues sí me va, porque de tanto verlo en las películas...además, que como albañil que soy me gustaría dedicarme a destruir de vez en cuando.

Pero es un horario muy esclavo. Eso sí, te da para un montón de anécdotas en las reuniones familiares. Calle calle, que me acabo de acordar...qué risa...verán...hace dos navidades, cenando todos en familia...que estampa señor, se levanta el tito Julián, saca una daga de entre las barbas e intenta apuñalar a mi cuñado. Nada, al principio un poco de susto, y en ese momento mi tio Julián sale de la cocina amordazado...resulta que el otro era un agente doble con pelucas y postizos de no se qué sitio...en fin, que se tomó unas copas, lo típico, hicimos fotos a los dos tios Julian juntos...lo que nos tuvimos que reir...mi preferida es esa en la que los dos se ponen en pose de acabar con mi cuñado y este en medio, que sabe poner unas caras que te partes...No, una cena para no olvidarse desde luego. Ya lo decía el falso tio Julián cuando salía por la puerta. “Si pasan por Washington alguna vez llaménme, que les enseño la ciudad”. Un tipo majo. Ven, no hay que llevarse mal por pertenecer a agencias de espionaje contrarias. Un trabajo como otros...anda, que si usted no pudiera tomarse el café con ese de la agencia de seguros que trabaja enfrente y que de vez en cuando le pisa los clientes, ¡vaya plan!...si hasta los políticos rivales se cuentan chistes en los pasillos de los congresos, hombre.

Recuerdenme que otro día les cuente algo de mi hermana Virtudes. Esa sí que tiene una vida curiosa.

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