jueves, 16 de abril de 2009

LOS MALOS.

Simonson, en honor a la añeja costumbre, maltrató la puerta del despacho golpeándola con los desnudos nudillos. Educación frente a bienestar de la madera. Una voz achacosa le concedió la venia, introduciéndose el sujeto militar al cubículo de su superior.

-Buenas noches señor.
-Descanse soldado, ¿qué quería?
-Me preguntaba algo señor...¿nosotros somos los buenos?
-En un término maniqueista sí.
-Ajam.
-Pero claro, siempre desde nuestro punto de vista.
-Claro claro.
-¿Y para eso se presenta en pijama de dormir en mi despacho a estas horas?
-La pregunta turbaba mi sueño. Mire, que si llegamos a ser los malos después de tanto tiempo.
-Quite quite, nos lo habrían dicho.
-Visto así, pues sí.
-Ande, vuelva a su camastro.

Simonson se enfundó en la litera. Aún con la respuesta del coronel, mientras los párpados aguantaron, estuvo vigilando a sus compañeros de dormitorio. Por si los malos.

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