lunes, 12 de noviembre de 2007

MÁS CORNÁS DA LA INVENTIVA.

Eusebio se dio cuenta en aquella corrida de abono que algo no marchaba bien. Miró a diestro y astado. No era lógico. En mitad de la faena se levantó e hizo la faena de obligar a sus compañeros de fila numerada de encoger las piernas, con lo que se perdieron algo de la faena en plena faena.

Corrió a casa como alma que lleva a un cheque en blanco. Cerró la puerta del sótano de inventar y trabajó durante quince años descansando sólo los domingos por la tarde para asistir al bingo de la parroquia.

Con su ínfima vida social arrojada por el retrete, Eusebio salió satisfecho de su sótano de inventar con el descubrimiento que le daría fama, fortuna y un aparcamiento allí donde se encontrara: el traje de luces inflable para toreros.

Una idea simple, como la ideas simples que dan fruto en inventos simples que con buena campaña publicitaria enriquecen a personas. Pero quiso la mala fortuna que, saliendo Eusebio a la rue a mostrar su invención, el toro Chispas de la ganadería de Tuercebotas, un noble bovino zaino, bragado, aguardentoso y con tendencia a bizquear pasara por la puerta de Eusebio y con nada mejor que hacer, diole un topetazo. Eusebio, rápido en sus reflejos había intentado colocarse el traje de su invención, tirar del cordón de seguridad, inflarlo y así salvar la vida y la honra. Pero un funcionario de patentes que cabalgaba a lomos del toro Chispas se lo prohibió, porque según acta notarial, el traje de luces inflable ya fue inventado por Sir Arthur Ajoarriero en 1860 a bordo del Clipper Dipper en ruta hacia el Índico. Eso sí, el agente de patentes reconoció que también era casualidad.

Eusebio recibió cristiana sepultura el el cementerio del pueblo al que acudió la señora que le limpiaba las pelusas de casa los viernes a partir de las seis y el mismo Sir Arthur Ajoarriero, visiblemente afectado.

2 comentarios:

Luigi dijo...

Es digno de loa el arrepentimiento mostrado por Sir Arthur (que para algo le nombraron Sir) de acudir al sepelio de Eusebio, aún a sabiendas de que estaría la inefable señora limpia-pelusas, que de los fea y antipática, evitó hasta la presencia del cura.

Mr.Incógnito dijo...

Sir Arthur, inventor de pro, siempre ha sido persona antes que cosa. Amigo de sus amigos y del estanquero, siempre hizo lo que debía hacer.