Tras la recepción oficial celebrada en los salones de la Casa Blanca por el presidente Albert Hurray DeLuxe, este, asegurando sentirse indispuesto, se retiró a sus habitaciones, siempre pegadito a la pared y preguntando a sus consejeros antes de doblar la esquina.
Consultó con sus expertos más allegados: el retrato al óleo de su bisabuelo Jhon Caster Aleluyah Delroy Lindon y las pelusas bajo su cama. La decisión estratégica estaba tomada. Firmó la orden, la selló y la ingirió ayudado por media taza de caldo de ave. El mundo no estaba preparado para conocer aquella verdad, todavía no. Quizás en un mañana utópico.
Salió al jardín de casa armado con un dispositivo termonuclear estratégico y se bombardeó a sí mismo.
Tras eso volvió a entrar, dijo a su secretaria que no le pasaran llamadas y se tumbó bajo la cama.
Esa noche no soñó.
4 comentarios:
Normal que no soñara, con el mal digerir que tienen las órdenes mezcladas con caldo de ave. Debería haber usado un par de copichuelas de pacharán.
Lo de bombardearse a sí mismos es una costumbre ancestral de los mormones de la Patagonia izquierda, que al principio usaban cocos congelados tirados por otro con rabia. Me alegro de que la mencione, puesto que estas tradiciones tan bonitas se están perdiendo en las nuevas generaciones (tanta tecnología es lo que tiene).
Saludos! :)
Es cierto, se está perdiendo eso de autoinfligirse daños por hacer la puñeta al prójimo.
A ver si tenemos suerte y "alguien" toma ejemplo.
Si, no estaría nada mal. Por ejemplo que la inefable ministra de Fomento haga de relleno para tapar los socavones del Ave. Que el sonrisas de ZP se vaya a hacer de telonero a Sonsoles en una gira por Siberia con los Coros y Danzas del ejército ruso. O que el inmaculado Bermejo aprenda algo de Justicia en el Chad. O que ... no, no quiero aburrirle más con el coro de misnitrillos, entre otras cosas porqué no me los se todos.
Se sabe usted dos ministros y una arrejuntada de ministro mayor. En caso de ser un concurso algún premio le rondaría.
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