domingo, 10 de febrero de 2008

IRRESISTIBLEMENTE MAGNÉTICO.

¿Quiere usted ser el poseedor de una personalidad magnética?

Norberto respondió con alegría desatada un sonoro “SÍ” a la revista, a la vez que gesticulaba con brazos y piernas al compás. Por suerte Norberto no se fijó en la reacción de la revista que contenía tan sorprendente anuncio, pues esta no era amiga de gritos y aspavientos.

Rellenó el cupón, con letra de imprenta como mandan los cánones, y lo envió por correo junto a doscientos kilos de sellos del rey con un valor de treinta pesetas-unidad tal y como especificaba el anuncio. Debió darse cuenta que por ese precio quizás hubiese podido sufragar la entrada de un pisito en la playa, y con uno de esos lo de la personalidad magnética es lo de menor importancia.

Meses después y en mitad de una angustiosa tormenta emocional por tan larga espera, llegó a su puerta el cartero con un sobre grueso en sus manos. Norberto no atendió a las explicaciones del funcionario que justificaba su dilación por haber tenido que dar un rodeo por el Amazonas, Andorra y el Congo Belga entre otros destinos.

Estudió el tratado día y noche, incluso en la sobremesa. Sólo tenía ojos para aquel estudio que le daría el éxito social que tanto merecía y que la humanidad, tan indolente como de costumbre, no había querido darle.

Pasaron los años. Tornarónse amarillas las hojas del preciado libro. Aprendióse Norberto el libro “de pe a pa”. Cierta mañana a la hora del tercer desayuno, a nuestro sujeto se le adherió una cuchara a la frente. Sin apenas tiempo para reaccionar, al cubierto se unieron tenedores, tiradores y electrodomésticos. La personalidad magnética ya era suya.

Ahora sólo le restaba solicitar el tratado “Cómo desimantarse en cuatro sencillas lecciones” de editorial tocomocho. Una vez llegara y tuviera ocasión de estudiarlo, se desharía de toda aquella chatarra y podría salir a la calle a contarlo a los cuatro vientos.


Bien pensado, se lo diría a tres vientos y que ellos se encargaran de avisar al cuarto.

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