miércoles, 14 de mayo de 2008

LA GRAN NOVELA.

Casimiro se levantó impulsado por sus propias ideas. La suya siempre había sido una imaginación más bien parca, una vez creyó que había inventado un chiste bastante elocuente, pero poco después admitió para sus adentros que lo había leído en una presentación de powerpoint que un compañero le había mandado por correo electrónico.

La inspiración espontánea tenía un motivo: las musas venían a visitar al pintor del cuarto derecha, pero en el edificio de Casimiro no se cuenta la planta baja como tal, sino como primera planta...en fin, una confusión del servicio de documentación de las musas como tantas otras. Llamaron a la puerta de Casimiro y este enseguida tuvo la idea de las ideas para la gran novela americana...escrita desde España. Un detalle sin importancia.

¿Pero cómo iba a escribirla?, pensó que probablemente a su futuro editor le vendría mejor en formato electrónico, y el nuevo escritor en ciernes no quería ralentizar el ritmo de producción. Se lanzó a la calle tarjeta de crédito en ristre. Tras trescientos pasos y un giro de cuarenta y tres grados encontró una tienda de informática y demás cacharros. Entró triunfal abriendo la puerta al límite de las bisagras y aireando la Visa gritó “quiero el ordenador más potente que tenga, para escribir, internet y esas cosas”.

Subió a casa su compra como quien mete a escondidas una prostituta. Se aseguró de no cruzarse con nadie en el portal, ya se sabe que los envidiosos vecinos hacen comentarios sobre los inquilinos más dotados intelectualmente.

Siguiendo unas sencillas instrucciones proporcionadas por el fabricante y en tan solo diez días Casimiro acabó con la tarea de desembalaje e instalación de su instrumento de creación. Únicamente necesitó la ayuda de tres amigos informáticos, con el importante logro de perder la amistad de uno sólo de ellos en el proceso.

Arrastró una silla de la cocina, a la que acopló un mullido cojín. Una etiqueta adhesiva señalaba el botón a pulsar, así que empujó el interruptor de encendido, abrió una botella de agua tónica, crujió los dedos y puso manos a la obra.

Ensimismado descargó todo su ser sobre aquel texto. Desnudó su alma, recurrió a momentos duros que creía olvidados, retuvo lágrimas, enseñó los dientes al mundo y cayó rendido tras cinco días. En tiempo record y de una sentada, su novela, la gran novela, estaba lista.

Se preguntó dónde guardaría el ordenador todas aquellas cosas que había escrito. Por toda respuesta, la fria máquina le devolvía “System volume not found, insert system disk and press any key”.

Casimiro se levanta cada mañana esperanzado. Mira su ordenador aún encendido después de tanto tiempo. Esboza una sonrisa y sabe que el relato de su vida está ahí, escondido en algún lugar entre esa lista de “c:/System not found. Insert system disk or make contact with your local retailer”.

Cerca queda el día de su triunfo.

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